jueves, 15 de enero de 2009

Carta a mi abuelo












Querido abuelo Pepe, allá donde estés ahora, quiero que sepas que llevo mucho tiempo pensando en escribirte unas líneas, desde aquí, desde este mundo que abandonástes hace ya algún tiempo, y en el que las cosas no van tan bien como tendrian que ir.

Hace mucho tiempo, que me gustaría que supieras lo orgulloso que siempre me he sentido de ti, aunque nunca pude decírtelo cara a cara, que es como los hombres hablan, porque el destino no quiso que te conociera, pero se que donde estés recibirás estas palabras mías, y las escucharas de corazón a corazón, que es como a mi me salen ahora mismo.

Me hubiera encantado compartir contigo tantas cosas, tantas vivencias y acontecimientos, pero las cosas nunca salen como a uno le hubiera gustado, y ya sabrás, tu mejor que nadie, que la vida es siempre muy injusta con los que menos se lo merecen, y siempre demasiado corta, para tantas y tantas cosas que se deja uno en el tintero.

La abuela dice, que en muchas cosas tu y yo somos muy parecidos, tenemos el mismo espíritu de aventura, y el mismo amor a nuestros ideales y a nuestra patria, y además la vida en momentos diferentes nos ha tratado con el mismo rasero a los dos.

Aquí, las cosas han cambiado mucho, ya la gente no quiere complicarse la vida por nada, y mucho menos por defender unos ideales, y una bandera, el ejercito ha cambiado, y la sociedad también, la gente joven esta perdiendo los valores por los que tanto luchasteis un día, tu y todas las generaciones que vinieron antes. Y ante esta situación, yo me siento orgulloso, cuando la abuela me cuenta, como un día, siguiendo tu espíritu de aventura y tus ideales falangistas, decidiste embarcarte en la epopeya mas grande del siglo XX, y te enrolaste en la División Azul, marchando a las estepas rusas, para defender unos ideales nobles, incluso si para ello hubiera hecho falta dejarse la vida en tierras lejanas.

De todos tus nietos, quizás yo haya sido el único, que haya intentado, por todos los medios, saber que fue lo que paso, en esos días, y cual fue la aventura en la que te enrolastes, junto con tanta juventud noble y altiva, que como tu decidió que no se podía permitir que lo mas puro de toda una raza se borrara de un brochazo rojo, desapareciendo diluida en el tiempo.

Cuanto mas leo sobre lo que pasasteis todos los que estuvisteis allí, mas orgulloso me siento de que mi sangre se derramara en aquellas tierras, y digo mi sangre porque llevo esa gracia en mi cuerpo, al igual que tu la llevastes de tus padres, y tus padres de los suyos. Y me duele en el alma, que en estos días que corren, se os intente borrar de la historia, con politiqueos absurdos y banales, que se amparan en velos de modernidad trasnochada, pero mientras quede familia de aquellos que junto a ti lucharon por una causa justa, en tierras rusas, la memoria de vuestra epopeya no morirá.

No hago mas que intentar imaginar, que paso por tu cabeza en aquellos días, en los que se pedían voluntarios para luchar en Rusia, y tu, dejaste a la abuela, y a la familia, para marchar a darlo todo si hubiera sido necesario, en pro de un ideal profundo que te corría por las venas. La abuela, cuando habla de eso, aun llora, porque se quedo muy sola y preocupada, tanto tiempo por la suerte que corrías tu en tierras tan lejanas, y no acaba de entender como tomaste aquella decisión, pero yo intento ponerme en tu piel, y hubiera hecho lo mismo, de corazón, nunca podría haberme quedado impasible, viendo como toda una generación de camaradas, y gente noble, iba a luchar mientras yo me quedaba en casa, al calor de la familia. Nunca hubiera podido hacer semejante cosa, y como tu, no lo hubiera dudado y también habría acudido a la llamada de tan noble y valiente epopeya.

Tubo que ser muy duro, en todos los aspectos, y sobre todo cuando en aquellos días de verano de 1941, cerca de Leningrado, una bala enemiga estuvo a punto de acabar con todas tus ilusiones y esperanzas. Aquella bala, te dejo secuelas para toda la vida, pero tuviste la suerte de que solo te hiciera perder la vista en uno de tus ojos, aunque unos milímetros mas y ahora tendríamos que ir a velarte a algún cementerio estepario.

En aquellos momentos tan difíciles, cuenta la abuela, que te encomendaste a tu cristo perchelero, nuestro chiquito del alma, para que te velara, y te hiciera volver entero......y así fue, aunque ya no pudiste ser el de antes, porque la guerra deja mucha huella y sobre todo en situaciones tan extremas como vivisteis en aquellos días.

Hoy, desde estas lineas, quiero que sepas, que intentare comunicar a tus bisnietos, Alvarito y Alejandro, el orgullo que siento, por lo valiente que fuiste y lo noble al saber anteponer el corazón al raciocinio y el espíritu a lo material, y que hubo un "Soler", que por España, y por unos nobles ideales, dejo todo para acudir a la llamada de su su país, en momentos tan difíciles.

Abuelo, desde aquí, nunca te olvido, y el orgullo que siento ante tu valentía, es en estos días difíciles, un motor que me hace salir airoso de tantas y tantas pedradas que te da la vida.

Un Abrazo de tu nieto que nunca te olvida......